lunes, 31 de octubre de 2016

Costumbres

La cultura colombiana está formada a partir de la herencia de los pueblos indígenas presentes en el territorio desde tiempos ancestrales, las tradiciones españolas adoptadas durante la época colonial y las costumbres africanas incorporadas por los esclavos que llevaron los conquistadores. Esta mezcla de culturas constituye una sociedad con rasgos comunes al resto de países latinoamericanos pero, a la vez, muy diferentes también.




1. Aquí se toma tinto en todo lado, a toda hora

Cuando digo “en todo lado” me refiero a que vayas donde vayas, alguien siempre te va a ofrecer un tintico (o taza de café negro). 
De desayuno, a media mañana, en la calle por 1.000 pesos, después de almuerzo, en una reunión de trabajo, en una salida con amigos… En Colombia se toma tinto y esto no es sorpresa para quien sabe que este país es el cuarto productor de café en el mundo y que se lleva el primer lugar cuando hablamos de la suavidad el grano. Eso sí, no esperes que cualquier tinto que te tomes aquí sea una deleite para el sentido del gusto; lo mejor es que busques cafeterías o marcas especializadas en ofrecer productos orgánicos, cultivados por comunidades cafeteras que te garanticen un sabor exquisito y único. 









2. ¿Hay algo que celebrar? ¡Que sea con rumba!

Cualquier razón es buena para reunirse entre familia y amigos, tomar unos aguardienticos y bailar hasta la madrugada. 

A los que no saben qué es aguardiente (también llamado aguardientico por los colombianos que le tienen mucho cariño), es un licor de anís muy consumido en todo Colombia, que se sirve en pequeños shots y se acompaña de un vaso de agua con hielo por si los primeros tragos resultan muy fuertes; porque los que siguen ya ni se sienten. El deseo de tomarlo aumenta cuando comienza a sonar la música rumbera, que generalmente rota entre la salsa, el reggaetón, el vallenato, la cumbia o cualquier otro ritmo caribeño, que a su acompaña cualquier momento de celebración. Entonces, ¿baile tropical + aguardiente? Resuelve la ecuación. 






3. Aquí las navidades son cosa seria

Empecemos porque desde el 16 de diciembre todas las casas, oficinas, conjuntos habitacionales, parques y plazas públicas, centros comerciales y hasta aeropuertos locales, arman su pesebre y comienzan la fiesta de la novena. 
¿No les digo que todo se celebra? Pues esa costumbre tan navideña de recordar los nueve días de travesía de María y José antes del nacimiento de Jesús (o Niño Dios en colombiano), aquí se acompaña de natilla y buñuelos (dos platos típicos de esta época), villancicos cantados con panderetas y maracas, reencuentros familiares y, los días en que cae fin de semana, no está de más una rumbita con aguardiente. 
Otra de las particularidades de Colombia, que esperamos permanezcan en medio de tanto Papá Noel y pesebre invernal, es que los regalos los trae el Niño Dios y los pequeños lo esperan con ansias en la medianoche del 24 de diciembre. Además, las ciudades encienden impresionantes alumbrados con diferentes motivos e incluso compiten por premios lo que los ha convertido en un atractivo turístico muy aclamado. 





4. Hay un día en el que se prenden miles de velitas

Aunque sea laico por constitución, Colombia es un país muy católico en la práctica y muchas de sus celebraciones giran en torno a estas creencias, así que el Día de las Velitas todo el país se ilumina en homenaje a la inmaculada concepción.


Las celebración inicia a las 19:00 del 7 de diciembre y termina en la madrugada del 8 de diciembre, horas durante las cuales en todos los barrios, conjuntos, parques, calles… (casi como en la novena), se prenden velitas y faroles y la gente sale a las calles a compartir estos conmovedores momentos, participar en las oraciones grupales o tomarse fotos en los más bellos escenarios. De alguna manera este día marca el inicio de le época navideña y, claro está, muchos celebran el acontecimiento con una buena fiesta.  



5. ¿Más colombiano que la arepa? De pronto el vallenato…

Este género musical de la Costa Atlántica colombiana, que se toca con acordeón, guacharaca y caja vallenata, nació hace más de 200 años en las zonas ganaderas con el afán de contar historias y acompañar el trabajo de campo. 

Siglos después, el vallenato se ha alejado de su naturaleza anecdótica, pero mantiene los mismos instrumentos que ahora lo que buscan es que se prenda la rumba allí donde los tocan. Aunque en Colombia el vallenato no solo suena en las rumbas; también en los buses, los locales comerciales, las novelas, la publicidad y hasta en agunos funerales. El apasionante sonido del acordeón tiene la capacidad de abrigar el corazón y despertar el amor de los colombianos por su país, así como de darle órdenes al cuerpo de que tiene que empezar a moverse, de un lado a otro, muy caribeñamente. 
 


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